POLITICA

Más del 50% de las embarazadas están mal alimentadas

El dato surge de una investigación realizada por docentes de la Universidad Nacional de Salta.De 2012 a 2016 se controlaron 700 casos de la periferia de la ciudad de Salta.

Centro de salud del barrio Ciudad del Milagro. Pablo Yapura
Centro de salud del barrio Ciudad del Milagro. Pablo Yapura

Docentes e investigadoras de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Salta relevaron la situación de 700 mujeres embarazadas de la periferia de la capital de 2012 a 2016 y detectaron que más de la mitad de esta población se encontraba subalimentada y en hogares con inseguridad nutricional.

"Al analizar la adecuación calórica a los requerimientos, se observó que el 51,6 % de las embarazadas presentaba una ingesta calórica inadecuada", expresa el libro que publicaron las especialistas como resultado del estudio. También se especifica que el 27 % está subalimentado y el 23 % en riesgo alimentario.

El texto, titulado "Inseguridad alimentaria familiar: Una incoherencia entre el derecho y la realidad", agrega que el 92,2 % de las embarazadas desayuna y el 97,3 almuerza, mientras que el 19,1 % y el 28 %, respectivamente, no merienda ni cena.

El trabajo se centra en las embarazadas que asistieron para controles y estudios a los centros de salud dependientes de la Dirección General del Primer Nivel de Atención y sus familias.

María Zimmer, docente de la UNSa que participó de la investigación, destacó que más del 75% de las mujeres que esperan un hijo presenta una "inadecuación de la ingesta calórica", lo que quiere decir que están por debajo de los requerimientos de salud.

"Las opciones que más predominan en sus dietas diarias se basan en los cereales, legumbres, azúcares y dulces, que son hidratos de carbono y son los alimentos más económicos", expresó Zimmer.

La especialista además agregó: "La ingesta de proteínas de la carne o los productos lácteos es muy baja. Eso también incide en los valores de anemia y en el déficit de calcio".

El relevamiento detectó mayor prevalencia de inadecuación de calcio en las embarazadas de entre 19 a 50 años, lo que pone en evidencia el bajo consumo de alimentos que sean fuentes de este mineral.

Los estudios de orina efectuados a una submuestra de embarazadas indicaron también que el 16% tenía un consumo deficiente de proteínas en cantidad y calidad y a un 23% le faltaba calcio.

Los riesgos

La investigación detectó familias con inseguridad alimentaria (IA) leve, que son las que modifican la dieta por falta de ingresos pero no bajan la cantidad de comida que compran. En estos casos hay un consumo elevado de alimentos que son fuentes de carbohidratos, los más baratos.

Las familias que tienen una IA moderada, en tanto, son las que atraviesan dificultades para mantener la ingesta habitual. En estos casos hay miembros del grupo familiar que comen menos u omiten comidas. Los hogares con IA severa enfrentan el problema de que la cantidad de alimentos no alcanza para proteger a los niños y se les restringe la dieta también a ellos.

Durante el relevamiento quedó expuesta la situación de familias en las que algunos miembros directamente dejaban de comer durante días enteros.

"Medimos cómo empiezan a bajar calidad, cómo se ajustan, cómo empiezan a seleccionar lo que compran, pero tratando de mantener cantidad. Luego, cuando ya se ven sobrepasados, empiezan a comprar menos y los adultos omiten comidas, se acuestan con hambre. Al último ocurre lo mismo con los chicos", detalló a El Tribuno Mónica Couceiro, doctora en nutrición (UBA) y una de las investigadoras.

Contención

Otro problema grave que se descubrió en la investigación de la UNSa es que el 25% de las familias con inseguridad alimentaria severa están sobrepasadas en la posibilidad de cuidar a sus chicos.

"Son mujeres en riesgo. Los grupos de riesgo la están pasando mal y no solamente ahora. Esto no es producto de un determinado gobierno, ni siquiera del gobierno anterior", manifestó Mónica Couceiro.

La especialista se refirió también a la situación nacional. "Si uno mira las tendencias en Argentina, las cosas no van bien. Estos indicadores alimentarios y nutricionales son proximales de las cuestiones sociales y económicas, claramente. Es algo estructural", sostuvo.

Las conclusiones delatan que en Salta, al igual que en el resto del país, las poblaciones más vulnerables se encuentran con grandes barreras e impedimentos para lograr una correcta alimentación.

El principal obstáculo para la mayoría de las familias es la falta de ingresos genuinos y sostenidos que permitan el acceso a los alimentos más sanos, tanto para los padres como para los hijos, lo que pone en riesgo los derechos a la salud integral y la educación de los niños.

La falta de trabajo digno por largos períodos es la realidad que se repite entre las familias que no logran acceder a la alimentación adecuada.

La informalidad o el empleo en negro son dos situaciones que impactan de manera directa en el tipo de dieta y explican la vulnerabilidad social, sanitaria y habitacional, además de la carencia nutricional en gran parte de la población en los alrededores de la ciudad.

La mayoría de las mujeres trabaja en negro

Mónica Elena Couceiro explicó a El Tribuno que, para comparar en cinco años los ingresos de las embarazadas y cuál era el gasto que realizaban en alimentos, transformaron todo al valor promedio del dólar anual. “La mayoría del trabajo es en negro. Hay un indicador clave en lo que mide esto y es el gasto per cápita en alimentos. El promedio, anualizado por persona, gasta en alimentos no más de US$ 2,78. El 25% de esas familias dispone de uno o menos de un dólar por miembro de la familia”, expresó. 
El informe describe una dura realidad. Puede observarse que los salarios percibidos por las mujeres son muy bajos y acordes al tipo de trabajo que consiguen. El segmento que menos gana, un 25%, percibe menos de US$ 142 al mes, lo que condiciona negativamente su capacidad de compra no solo de alimentos, sino de otros elementos necesarios para la vida diaria personal y familiar. El salario medio es de US$ 221 y el valor máximo de US$ 816.
“Solo el 24% de las mujeres trabaja y un 14% manifestó tener intención de buscar trabajo. La mayoría de los hogares son ensamblados secundarios, es decir, que viven con los padres de la pareja. Son pocas las familias nucleares independientes. Los resultados que obtuvimos, la verdad, duelen bastante”, detalló Couceiro. 

Situación laboral
El acceso a la alimentación está relacionado con que los ingresos sean suficientes. Esta situación está vinculada con la realidad laboral de la embarazada. De las mujeres consideradas, el 24% se encontraba empleada en el momento que se realizó el estudio, mientras que del 76% restante estaba sin ocupación y solo el 14% buscaba trabajo. A pesar de la importante vinculación entre trabajo e ingresos, el 62% de las mujeres no manifestó intención ni necesidad de buscar trabajo.

Salud y ayuda social
El acceso a la salud también es fundamental durante el embarazo. Del total de casos analizados, solo el 22% de las mujeres manifestó disponer de una obra social para su atención médica. 
Mónica Couceiro aclaró que no todas las mujeres eran beneficiarias de algún plan social del Estado. “Solo el 44% de las mujeres encuestadas tenía algún tipo de ayuda social, independiente de su situación laboral, lo que muestra que a pesar de encontrarse desocupadas, esa situación no fue un estímulo para solicitar ayuda estatal”, añadió.

Disponibilidad de alimentos
En casi la totalidad de los hogares relevados (96%) indicaron que compran alimentos de forma diaria y el 97% lo hace en los kioscos minoristas de los barrios. El resto compra en supermercados. 
El 70% de las familias realiza compras semanales de alimentos y en el 69% de los casos lo hacen en negocios de los barrios, mientras que un 68% hace compras mensuales. De ellos, el 73% va a supermercados, 16% a mayoristas y mercados concentradores y el 11% recurre a negocios minoristas.
Este estudio demuestra lo bajos que son los ingresos ya que el promedio de presupuesto familiar destinado a la compra de alimentos es del 56% del ingreso. Un 25% de la población gasta más del 70% de su presupuesto solamente en comida.

Entender la situación
“Nosotros más que interesarnos en diagnosticar, nos interesábamos en tratar de entender situaciones. Por ejemplo, el 40% de las mujeres llegaron a un nivel de instrucción que no se corresponde con el que debieran tener. Tuvimos un 20% de mamás adolescentes. A nosotros no nos interesa la legalidad de la pareja, sino el acompañamiento”, comentó Mónica Couceiro. Y continuó: “Tenemos el 40% de mujeres que enfrentan solas el embarazo. A veces tienen una familia que las respaldan. No todas reciben los planes sociales. A esto lo desmitificamos un poco”. 
La edad promedio de las encuestadas fue de 25 años, encontrándose un 25% de ellas por debajo de los 20 años, y otro 25% por arriba de los 20, con edades extremas entre los 14 y 41 años.
“Si la edad es analizada categorizándola en adolescentes, es decir, por debajo de los 20 años, añosas por arriba de los 34 años, y con edad sin riesgo reproductivo a las comprendidas entre los 20 y 34 años, encontramos las siguientes proporciones: 72% tiene una edad sin riegos reproductivo, 30% de adolescentes y 8% de añosas”, detalla el informe.
 El Tribuno